Los ojos cubiertos de ingenua dulzura, haciendo imposible descubrir
la verdad. El alma emparedada tras el
dolor. Me robaste la inocencia, me arrebataste la calidez de mis palabras y el
brillo de mis ojos… Tú eres culpable del dolor que me rompe el corazón
lentamente, a cada lágrima que se escapa por las mejillas, de todo el daño, todo
el sufrimiento y la ponzoña que me inyectas cada vez que rozas mis labios, que
me miras a los ojos y me dices: Te quiero. Tu falso amor marchita mi vida,
borra el rastro de felicidad de mi camino.
No entiendo porque
sigo desapareciendo en tu mirada, cuando se que solo hay vacío.
No entiendo porque
saboreo tus labios si sé que solo hay veneno.
No entiendo porque
aún hoy sigo buscando el calor de tus abrazos, si solo me espera escarcha entre
tus venas.
Soy estúpido, pues aún te sigo necesitando a pesar de saber
el daño que me haces.
¿Algún día pasará, algún día dejará de dolerme tanto el
corazón? ¿Algún día desaparecerás de una vez por todas?
Sin mirar atrás, pero es tan difícil, tan duro… Debo dejarte
con tus sucias palabras, tus oscuros pensamientos. Para mí, mi vida es un
regalo, tú lo tomaste como un enfermizo juego. En ningún momento mereciste mi
tiempo, sin embargo lo malgaste en ti, en tus engaños y manipulaciones. Solo
quisiste hacerme daño, desde el principio…
Ahora sé
que algún día volveré a ser feliz, y ese día tú no estarás en mi vida.