Cuando llega el verano la gente sonríe más, se siente menos
sola y con más ganas de seguir viviendo… Para mí las noches de verano son como
una cárcel de la que no puedo escapar, silenciosa, agobiante y oscura. Mientras
el mundo duerme yo lloro mirando a la luna y suplicándola que me diga el por
qué, ¿Por qué esa historia fugaz tuvo que terminar así? ¿Por qué aun hoy sigo
pensando en ti, con todo el daño y el sufrimiento que me has hecho pasar? ¿Por
qué olvido absolutamente todo lo malo que me hizo cuando veo tu cara en mis
recuerdos?
Sé que nunca te olvidaré, porque fuiste el primero que me
hiciste sentir así, fuiste el único en toda mi vida que me ha causado tantísimo
daño, aun así, si algún día llamases a mi puerta, sería tan ingenuo de
perdonarte absolutamente todo. Pero sabemos que eso no pasará y… una parte de
mí se alegra de que eso nunca vaya a suceder, porque volvería a sufrir de nuevo,
tanto como el primer día en que me di cuenta de que por ti hubiera hecho
cualquier cosa.
Las noches de verano, llenas de posibilidades para unos y
llenas de fantasmas para otros. Tan iluminadas para ti y tan oscuras para mí.
Cada noche de verano muero un poco más con cada lágrima que se escapa al
riguroso control que me impuse.